martes, 1 de junio de 2010

Don Narciso

Quiso Dios si es que quisiera, que una noche de desvelo a este mundo pues viniera quien fuera mi bisabuelo. Fue marino y buen mercante de océanos navegante, hombre parco, serio y liso; genio ilustre don Narciso. Intachable adolescente desde niño ya apuntaba, que notable no sobraba donde dan sobresaliente. Monaguillo y salesiano, fray Narciso por muy poco pues rezaba como loco en latín y en castellano. Mas casual la providencia, digo yo que así sería, le llevara cierto día hasta el puerto de Valencia. Una brisa de levante le embargó por un momento, las gaviotas contra el viento, la mirada de almirante. Vio se al frente de un velero de imponente envergadura por un mar de una textura entre ópalo y acero. Al volver de aquél ensueño, de esa hermosa fantasía, siendo de, quién lo diría, tierra adentro y madrileño; fue y así que Dios le guarde, no le cupo menor duda y al igual que un tal Neruda que nació un poco más tarde, por los mares su guarida, vivió amores y aventuras, despilfarros y locuras que demás por una vida. Brindo pues por don Narciso, bisabuelo aventurero. Dicho esto con permiso, por favor usted primero.