sábado, 26 de mayo de 2012

Viaje a Mérida

Viajar de Madrid a Mérida en esta efímera primavera que nos deja el cambio climático que se evidencia, es sin embargo, un deleite para la vista y un repaso a la memoria particular de este que suscribe este blog. Salimos de Madrid a las diez de una mañana de viernes, que apunta calurosa. Al volante de la expedición, Marilyn Ramírez, bajista a la sazón del grupo de rock Tres Trece. Apenas transcurridos cuarenta y cinco minutos por la autovía de Extremadura y habiendo dejado a la derecha, Navalcarnero, La torre de Esteban Hambrán, Mentrida y la entrañable cuenca del Alberche, tierra de buenos vinos y gente alegre; atisbo a la izquierda y al fondo de una imponente llanura, los montes de Toledo y más cerca, la Ermita de Val de Sto. Domingo, una vez más, suspiros y lamentos, pues en la pequeña aldea del mismo nombre, pase quince de los más hermosos años de mi vida. Pasados unos minutos y apenas restaurada la conciencia, Talavera de la Reina, y un poco más allá, enormes extensiones de dehesas y encinares de notable belleza, salpicadas al azar de reses bravas que pastan a su antojo. Oropesa a la izquierda con su imponente parador fortificado, otrora villa entre otros, de Don Fernando Álvarez de Toledo, nombrado por los Reyes Católicos, conde de esta Villa. La Central Nuclear de Almaraz y un poco más allá, Turgalium, que dirían los romanos, ahora Trujillo, tierra de conquistadores, de imponente plaza presidida por una estatua ecuestre de Francisco Pizarro. Parada obligada en el restaurante de mala rima, La Troya; que bien generosa en viandas es esta posada. Navalmoral de la Mata, en el seno de un majestuoso valle que presiden los montes de Gredos, salpicados entre otros ríos por el Tiétar y alegres pueblos como los de la comarca de la Vera, Candeleda, Jarandilla, Jaraiz, Losar, Madrigal, Valverde, Cuacos y algunos cuantos más; clavados en mi corazón como alfileres; son recuerdos impagables de mi adolescencia. Al fin llegamos a Mérida y el Guadiana y un sol de justicia nos saludan al paso por el puente romano. El concierto en este nómada Café de los Recuerdos, un placer para unos y otros; unos limando pequeños detalles y otros regalándonos un cariño impagable. Gracias. Volvemos a casa. Buen fin de semana. Besos y abrazos para todos.