jueves, 24 de mayo de 2007

Infancia


María trabajó como asistenta en casa durante muchos años. Declarada falangista, nos enseñó uno a uno a cantar el cara al sol; años mas tarde supimos que con frecuencia llevaba comida a los presos que estaban en las cárceles franquístas de aquella España tórrida. Mi padre por seguir la tradición familiar, nos metió de cabeza a estudiar con los Agustinos que menudas hostias daban, eran como "garduños" que como todo el mundo sabe, son hostias como puños. Eran fieles devotos de aquella premisa britanica que rezaba: la letra con sangre entra y el evangélio de paso. El padre José Luis sin ir mas lejos, tenia verdadera pasión por levantar a los niños en vilo de las patillas mostrando en la acción una dentadura asombrosa. El padre Vidál era terrible y su presencia producia verdadero pánico. Cuando entraba en clase de lengua pertrechado con una larga vara de madera dando golpes a diestro y siniestro, el silencio era sepulcral y si tenias la desgracia de ser el elegido para la ocasión, a no ser que fueras el pitagorin de turno, que también recibía inexplicablemente, te caían golpes, capones y guantazos hasta en el carnét de la o.j.e. y eso que probablemente estaba en casa; el carnét. El padre Regíno era un anciano completamente sordo, era el sopor personalizado y daba clase de religión. Cuando agachaba la cabeza para calzarte un cero, para lo cual empleaba una dosis de tiempo que se hacia eterno, los cuarenta alumnos de media que estábamos en el aula, perfectamente sincronizados aprovechábamos la ocasión, sin haberlo previsto, para empezar a murmurar un ¡¡eeeeehh!! desde una muy baja frecuencia hasta alcanzar un volumen ensordecedor, momento en el que el cura alzaba la vista como poseído y aquella frecuencia se cortaba repentinamente, no encontrando explicación a aquel fenómeno paranormal. En aquella época, proyectaban en el colegio los jueves alguna película y recuerdo haber visto "Quo Vadis" unas cincuenta veces. Para ser sincero hubiera preferido iniciar mis estudios en un Instituto, pero no les guardo rencor, ni a ellos ni mucho menos a mis queridos padres que me dieron todo a cambio de nada; pero la infancia es sagrada y a veces pienso que aquel tiempo que nos tocó vivir me robó parte de ella.

lunes, 21 de mayo de 2007

Cien duritos

A finales de la década de los setenta, cuando apenas algunos teníamos dieciocho años, una generación de jóvenes entregados y aventureros emprendimos desde nuestra incipiente creatividad, la excitante experiencia de adentrarnos en el intrincado universo tímbrico de la música creativa de muy diferentes vertientes y procedencias que por aquel entonces nos llegaba a raudales de la mano de no pocos grupos y maestros de este tan noble arte y oficio. La tarea no era fácil, emular a aquellos deslumbrantes preceptores de la época, guardando las distancias y al mismo tiempo concretar e intentar salvar con creces la entrega. Voluntad y drogas no faltarían, pero lo conseguimos, fuimos unos privilegiados y disfrutamos con creces de aquellos días. Inmediatamente después, una legión de niños violentamente destetados, irrumpió con vehemencia en el panorama contra cultural de la década de los ochenta, inconsistente y sin referentes sólidos, la movida madrileña se desvaneció de forma espontánea por las alcantarillas, a pesar de que fuera un fenómeno sociológicamente sorprendente y que en vano, algunos críticos avezados, por no pecar de modernos, se empeñaran en sostener aquéllo con alabanzas infundadas. De aquellos cafés, sobrevive de forma sorprendente para propios y ajenos algún esperpento de polvera coloreado y dos pero no tres artistas con cierto talento. Los menos afortunados arrastran lamentablemente sus sombras por los bulevares. A día de hoy, pocos o muchos somos los que asistimos atónitos al abordaje, avalado por concursos con jurado casposo y convocatorias con premio, de estilos y formas musicales que carecen de cualquier atisbo de emoción. Se sobre actua de forma irritante, el estribillo facilón en forma de calorreo se hace imprescindible, es sobradamente aceptable cualquier baratija armónica, la dictadura que imponen la industria y ciertos medios es tórrida, y la música en términos comerciales a menudo se rinde en manos desaprensivas. Malos tiempos para la lírica y la empírica. Nos queda la memoria.

domingo, 13 de mayo de 2007

Galicia

Regreso de Galicia, hermosa tierra de leyenda, a este pueblo castellano cejijunto y taurino. Traigo una lechuga, una bolsa de pimientos de Padrón, un manojo de puerros, un repollo y una coliflor exuberante, pero sobre todo, la hospitalidad y el cariño de la familia Constenla. Las campanas de Santiago repicando solemnes, la lluvia fina y constante, una visita al castro de Baroña de la mano de Xoxé Constenla, geógrafo y cantautor comprometido. Cuanta belleza. El Atlántico consiente a los marinos y a los aventureros pero todo lo devora, ruge e impone como ningún océano su autoridad; es azul oscuro, profundo y tremendo. Peregrino de nuestro pequeño mundo, dejo la piedra y la hierba, la fragancia y la nostalgia; el verso. Ainda estamos a tempo. Volveré.

sábado, 5 de mayo de 2007

Incertidumbre

A menudo la conciencia me plantea iniciativas razonables. Algunas cuestionan frontalmente mi capacidad de riesgo. La edad empieza a ser un acicate decisivo. La aventura me seduce y la prudencia a veces no encuentra un argumento para frenar ese espíritu rebelde que todavía conservo, esa militancia que tantas veces me ha dado la espalda. Que vida es esa en la que ya no prende la vocación apasionada frente a la dictadura de lo cotidiano; la moda, los sucedáneos y el que remedio.
Me niego.