martes, 6 de noviembre de 2007

Agua

Encontré tus pendientes en el aljibe una mañana de navidad, cuando rompía las horas el frío imponente de otro invierno precoz; intenso y profundo letargo como el océano de tu silencio. Para que me preguntaba dispuesto, otro café prematuro. Y así el perfume de tu cuerpo inundaba toda la estancia, alentando tu pelo castaño un recuerdo en la nostalgia; sobre la almohada vencida, compañera de otros tiempos, en los que tres horas de sueño hicieron una fortuna y los días de caricias racimos de gloria vieron, que dejaban con tu ausencia un acicate imborrable. Será tarde me pregunto, sin querer hacer un drama, pues la luna esta preciosa depilandose en mi cama. Bellas palabras heridas, de muerte en el fregadero; arrumacos de cocina con el viento que se fueron, a algún lugar de otro mundo donde habita la memoria, que guardan las olas cautivas en la playa de mis sueños.