martes, 14 de octubre de 2008

Si no fuera por amor

Alguien sube una persiana a traición, violentamente; amanece sutilmente, da las cinco una campana. Ayer dije hasta mañana y ya es hoy tan de repente, se levanta el contingente, vaya noche toledana. Se despiertan los colores, la ciudad se despereza y allá van a la cabeza los primeros proveedores. Ya se prenden los motores y se apagan las farolas, se preparan largas colas de presuntos conductores. Por un tubo que derroche, el de escape de energía, con que gesto y alegría cada cual lleva su coche, el coupé para la noche y el cherokee por el día, hay que ver que analogía, a vivir a troche y moche. Es urgente un ejercicio de control y rebeldía, condenar el desperdicio, esa injusta economía, que mantiene complaciente al poder en su poltrona, a la banca impunemente y en palacio a la corona. Es de nota la firmeza con que actúa la justicia, a la usura y la avaricia se la absuelve con destreza. Y es que puede el mas letrado a los ojos de la gente, condenar al inocente y salvar al que es malvado. Menos mal que el vaticano, que predica en la pobreza, nos dispensa fortaleza y nos bendice con que mano; nos perdona los pecados de cualquier naturaleza y así limpios y amparados; venga, al cielo de cabeza. Que bonito es por favor, esa mágica utopía, esa dulce melodía que se incuba con calor. No se yo que es lo que haría si no fuera por amor, no se yo si cantaría, te lo dice un cantautor.

lunes, 6 de octubre de 2008

Quijótesis

Al cabo de los años que he vivido no tengo la certeza del erizo, que sabe que detrás de la corteza quizás reposa el grillo en el olivo. Me pesa la cadera y el olvido, la frágil sutileza del otoño, el pétalo, la rosa y el martillo, la duda de querer y no haber sido. Adoro el universo conocido, la luna en su geométrico esplendor, el sol que nos dispensa su latido, allá donde haga frío o hace calor. Que hipótesis la suerte y el destino de un mundo tan injusto y tan atroz. Que necio es entregarse a la rutina sabiendo que hay que hacer oposición. Amargo es el sabor de la derrota y dulce del triunfo es el licor; el resto como el agua no se nota, no esta en ninguna escala de valor. Vivimos condenados por la historia, de espaldas a la luz y a la razón, girando día y noche en esta noria, sin una convincente explicación. Hermosos son los días de la vida, aquellos que vivimos con pasión, que importa si es utópico o en vano; los sueños son también una ilusión. Que hipótesis la suerte y el destino de un mundo tan injusto y tan atroz. Que necio es entregarse a la rutina sabiendo que hay que hacer oposición.