martes, 6 de noviembre de 2007

Agua

Encontré tus pendientes en el aljibe una mañana de navidad, cuando rompía las horas el frío imponente de otro invierno precoz; intenso y profundo letargo como el océano de tu silencio. Para que me preguntaba dispuesto, otro café prematuro. Y así el perfume de tu cuerpo inundaba toda la estancia, alentando tu pelo castaño un recuerdo en la nostalgia; sobre la almohada vencida, compañera de otros tiempos, en los que tres horas de sueño hicieron una fortuna y los días de caricias racimos de gloria vieron, que dejaban con tu ausencia un acicate imborrable. Será tarde me pregunto, sin querer hacer un drama, pues la luna esta preciosa depilandose en mi cama. Bellas palabras heridas, de muerte en el fregadero; arrumacos de cocina con el viento que se fueron, a algún lugar de otro mundo donde habita la memoria, que guardan las olas cautivas en la playa de mis sueños.

lunes, 8 de octubre de 2007

Psicografía

Frente a mi vienen andando en colores afilados al amanecer. Penetrando impenitentes por el quicio permanente de la vida regalada. Son las horas y los días sibilinos de otro otoño febril. Van quebrando por sorpresa la distancia prudente y de rigor. Ocupando impunemente la templada estancia de mi conciencia, donde habitan sin piedad los errores que la historia dejó por imposibles; por patológicos.
Como ayer caen las hojas entregadas al exilio mortal que impone la desgarradora mudanza, bajo el ritmo incalculable del silencio que atenaza cualquier proyecto de fuga. La infinita ausencia de respuesta desesperada.
Ni la mínima caricia que atenúa el baile de los tiempos muertos, rozando las heridas que siempre deja el incipiente verano.
Y el buzón ausente de esperanza, de noticias luminosas.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Pozuelo

En primavera y durante el verano solíamos ir algunos domingos a Pozuelo de Alarcón. Corrían los años sesenta y mi padre alquiló una pequeña casíta, ciertamente destartalada en aquel entonces todavía pequeño pueblo cercano a Madrid. Por allí a primera hora de la mañana, pasaba un lechero con un carromato cargado con enormes tinajas, tirado por dos preciosos caballos blancos que al trote se anunciaban desde la distancia haciendo sonar multitud de cascabeles; un churrero con una enorme cesta de mimbre llena de churros y porras chorreando aceite y desprendiendo ese olor imborrable a fritanga, un misterioso mielero daba voces arrastrando un burro cargado con dos alforjas que portaban grandes cantaros repletos de miel celosamente cerrados con unas enormes tapas de madera y así todo tipo de vendedores ocasionales, labradores con ricos tomates, cebollas pimientos y melones. Mi tío Mario tenia un moderno chalet en aquella misma improvisada calle. Allí nos juntábamos tíos, primos, hermanos y demás familia alrededor de la figura imponente de mi tío Mario que ejercía por derecho una notable autoridad. Todos le queríamos mucho y le teníamos un gran respeto. Siempre estaba al tanto de todo lo que sucedía en la familia, desde las notas y los estudios de los mas pequeños y medianos, hasta las relaciones laborales y conyugales de los mayores. En aquel entorno, cada cual tenía su pandilla, aprendimos a montar en bicicleta, jugábamos al balón en el campo de doña Escolástica, nos regábamos con una manguera cuando el calor apretaba mientras nuestras respectivas madres con un amor impagable y un notable celo contenido preparaban suculentas ensaladillas rusas y filetes empanados. Mi padre y mis tíos, todos en rigurosa camiseta blanca, fumaban y bebían jugando acaloradamente a las cartas sobre una mesa, hablaban a escondidas y hacían todo tipo de planes con respecto a la familia. Tras la comida, la siesta era inviolable y sagrada y los ronquidos estremecedores. Al atardecer se lavaban los coches en riguroso turno y para finalizar nos despedíamos con tremendos, sonoros y efusivos besos y abrazos como si no nos volviéramos a ver nunca mas. Eran otros tiempos, solo queda el recuerdo que ejercita la memoria.

martes, 28 de agosto de 2007

Verano del 68

En aquel verano de 1968, no sin grandes esfuerzos y haciendo gala de una meticulosa previsión de fondos, mi padre decidió llevarnos de vacaciones a la isla de Ibiza. Para ello, previamente había reservado habitaciones en un pequeño hostal situado en la por aquél entonces apacible bahía de San Antonio Abad, al oeste de la isla. Al atardecer, cuando el sol empezaba a perderse por el horizonte dejando paso a la noche, llegamos a la ciudad de Alicante y nos dirigimos al puerto, no sin antes saborear un helado de barquillo por barba en el antiguo kiosko de la explanada. Al fondo de aquél muelle del puerto, calentando motores esperaba amarrado el "Ciudad de Alicante" un viejo y asmático cascarón de hierro crudo. Una actividad desenfrenada, rodeaba todo aquel ambiente. Gente de toda índole se despedía efusivamente como si se fuera a acabar el mundo. Un nutrido grupo de rudos operarios vestidos de azul oscuro, amarraban uno a uno los vehiculos mediante una red hecha con gruesas maromas de cuerda a una polea, alzándolos tambaleantes en vilo a voz en grito e introduciendolos meticulosamente en la bodega del barco junto a todo tipo de enseres y mercancías. Mi padre había comprado para el trayecto que supuestamente duraba ocho horas, unos billetes en cubierta y a la intemperie denominados "silla de toldillo" y un escueto camarote para mi madre. A las doce en punto, una estruendosa sirena perfectamente afinada rompió el aire tibio de la noche, mientras soltaban amarras. A modo de despedida, multitud de rollos de papel higiénico comenzaron a desplegarse hasta sus últimas consecuencias, en medio de efusivos gritos y recuerdos desesperados entre los pasajeros y aquellos que se quedaban en tierra y aquélla leyenda en forma de barco, maniobrando con destreza se adentró en la oscuridad del mar camino de la isla de Ibiza, al amparo de una luna generosa. Yo tenía entonces diez años y nunca había contemplado nada parecido; aquello era fascinante. La cubierta del barco estaba llena de gente singular, algunos lucían unas melenas enormes, llamativos pendientes, anillos y tatuajes; vestidos con ropas y andrajos de intensos colores, niños y niñas, padres y madres purulaban por el barco hablando en idiomas muy diversos, desprendiendo intensos olores muy marcados, a pachuli y a marihuana; eran aquellos hippies maravillosos que quisieron cambiar el mundo. Aquella noche inolvidable no pude dormir ante aquel panorama tan excitante, porque un nuevo mundo se abrió ante mis ojos. Ya de madrugada, cuando empezó a amanecer entre la bruma que da paso al día, apareció repentina y majestuosa la figura imponente del peñón de "Es Vedra" coronada por un ejercito de gaviotas defensoras del picacho, chillando alborotadas alrededor de aquella colosal roca plantada en mitad del mar. La costa de Ibiza cercana y apacible y a lo lejos D'alvila, la ciudad amurallada con su castillo en lo alto; final de trayecto para corsarios apátridas, artesanos y aventureros. Que tiempos aquellos, lo pasamos fenomenal, fue un verano maravilloso cerca del mar.

viernes, 10 de agosto de 2007

La Amistad

Antiguamente la amistad era un valor compartido durante toda una vida. Se daba el caso de tener que acompañar al cementerio a los fieles amigos de toda una época, a su entierro o al tuyo. Aquello era una delicada, pequeña pero grande cuestión de lealtad; que hermosa palabra. Peter Popphelreuther, Luis Aurie, Tivor Revest, Ricardo Atalaya y Javier de Winthuysen fueron los grandes amigos de mi padre en su juventud. A mi me bautizaron con el nombre de Javier por este último, al que por cierto fusilaron en las tapias del cementerio de la Almudena. A todos ellos les atrapó la guerra civil alrededor de los veinte años. Peter se casó con la tía Marichu, hermana de mi padre a la que nunca llegué a conocer. La única vez que vi llorar a mi venerado padre fue un día en el que nos hablaba de su querida hermana. Como Peter era alemán, cuando estalló la segunda guerra mundial, fue llamado a filas y tuvo que combatir en el frente de Polonia. Cuando terminó aquella terrible contienda, se le dio por desaparecido, pero la tia Marichu no se daba por vencida y se marcho a Alemania en su busca. Después de recorrer aquél país devastado, perdida la esperanza del reencuentro, regresó a España gravemente enferma. En el lecho de su muerte, quiso despedir a sus hermanos uno a uno y cuando le llegó el turno a mi padre, le pidió que bajara al kiosko de Canalejas que estaba en la esquina del Paseo del Prado y que le subiera un gin-tonic; mi padre salió raudo a cumplir aquel deseo y al regresar exhausto, ella ya había fallecido. Poco tiempo después, Peter apareció un día por Madrid, venía andando desde Alemania con lo puesto, deshecho y en busca de todo aquello que un día tuvo que dejar y que el tiempo había desvanecido. Peter rehizo su vida, volvió a casarse y tuvo dos hijas, Berber y Gavy, siempre fueron mis primas y aunque los lazos biológicos se habían roto, para la familia hasta el final de sus días siempre fue el tio Peter y para mi padre por encima de todo, y se dejaba sentir aquella lealtad, un entrañable amigo de juventud.

jueves, 2 de agosto de 2007

ALGARABIA

Se acabaron las mañanas tan dichosas de quehacer, un minuto indiferente se interpuso entre los dos, la autopista ciento veinte se presume universal, la colina allá a lo lejos y ese toro colosal. Tarde de siesta gloriosa y callada, de agosto forzada a no hacer otra cosa, ventana curiosa, la puerta cerrada, un pájaro canta detrás de la almohada. Y llega la noche después de otro día, manzanas al horno quien me mandaría, ciudades que roban la infancia vacía, que mala pata, algarabía. Quien te enseño a tirar de las orejas a los sauces, a soplar a traición por detrás de las rodillas, a ponerte pantalones de tergál por la cabeza, a tomar el sol que guarda la madera del verdugo. Si miro hacia atrás, se apaga la hoguera, no hay luz en la casa, ni perro, ni amigo, el duelo en la mesa, detrás la nevera, araña la manta, me duermo contigo. Del cielo a Narvaez, calculo una hora, aparque señora "la genti labora", que no dice el guardia, se sube al arcén, se sufre en silencio, adiós que te den.

viernes, 27 de julio de 2007

Verano

Por fin estamos en verano, se siente desde hace un buen rato, menos mal que todavía por las noches refresca débilmente; adoro el verano. El cielo estrellado, muestra un fondo azul de metileno; el mismo color que en la infancia nos untaban en la lengua cuando salían pequeñas erupciones de un picor insoportable. Tratado de la vieja medicina de posguerra y el potingue para casi todo. Todavía ando y seguiré de promoción con el último disco "Cedaceros 4" y ya estoy escribiendo nuevas canciones para el próximo; y es que tardo tanto en publicar. En estos días comienzo a escribir una canción acerca de eso que han dado en llamar los "malos tratos" porque me impresiona; es continuo y terrible. Adelanto las cuatro primeras estrofas:
Ella esquíva la certeza, niega la herida, Circe en una jaula de cristal, rumbo a la deriva por un mar de amargura, remendando olas sin dedal.
He estado en la playa tres días. El mar.... toda una anestesia y si que es verdad que tenía abandonado el blog pero ese soy yo. Aunque no quiero abandonar y volveré como sea a mantener el contacto. Como dicen en Cuba: "En las peores circunstancias, mantendremos las comunicaciones". El verano siempre guarda sorpresas. Hace unos pocos días me reencontre con una amiga de la juventud, resulta que somos vecinos, ella tiene tres hermosos hijos y una vida intensa a la espalda, mucho que contar; yo sigo soltero y todas mis relaciones han sido un fracaso. Han pasado treinta años, estamos de vuelta. Ayer se me coló un pájaro en el salón, le abrí una ventana y después de un rato volando despavorido por toda la casa, se fue. No se leer entre lineas, pero sospecho que la vida en ocasiones, a partir del resultado azaroso de una ecuación asombrosa te deja un mensaje subliminal. Espero estar atento.

viernes, 22 de junio de 2007

Barcelona

Miércoles 20 de junio
Barcelona es hermosa y singular, excitante y bulliciosa, una brisa templada y generosa, óptima para la navegación peina ad libitum esta ciudad abierta, cuna del mediterráneo. El sol amenazante brilla esplendoroso esta mañana. Las mujeres, de una belleza desbordante, pisando firmes o en bicicleta, conscientes de su poderío van sembrando por las ramblas el inevitable perfume del deseo. Observo y padezco. Moderadamente satisfecho, regreso a la meseta. Madrid bien podría esperar. Creo por fin haber roto el hielo. Ayer ofrecí un concierto en una bonita sala cerca del mar llamada "El Monasterio" que cubrió con creces las expectativas previstas. Desbordante en ofertas, Barcelona me acogió con generosidad y fue un entrañable concierto de dos horas y media en el que además de cantar, "cantuve" y en mi estilo, dije toda la verdad que intuyo, hablando por los codos como algunas veces y a menudo; cuanto lo siento. Si se da el caso que espero, repetiré. Gracias Barcelona, candil que ilumina la vieja historia y leyenda que guarda el azul verdoso mare nostrum.

lunes, 4 de junio de 2007

Cumpleaños Feliz

Ayer cumplí 49 años, cuarenta y nueve castañas; me encoge pero no me asusta... un poco. El pelo color ceniza y mas frágil, sigo teniendo ánimo, aunque me siento mas dócil. Fue un día precioso, no estabamos todos, pero han venido otros al mundo y la familia es impagable. Hemos perdido muchos seres queridos, se fueron de manera súbita y trágica, dejando un recuerdo suspendido en la oscuridad de ese insondable universo nocturno de la mente. Adiós y punto y final, un precipicio hacia la oscuridad, nada de luz, nada; solo el recuerdo que duele como los amores perdidos. En ese laberinto de incertidumbre he devorado estos años con una particular intensidad desbordante, la música me ha iluminado el espíritu en algunos de los momentos mas críticos. Como forma de vivir se lo debo casi todo, me sorprende ser tan afortunado y en esa terrible necesidad de contrapesar, no puedo dejar de ignorar las desgracias de este tiempo que me ha tocado vivir. No quisiera nunca dejar de formar parte de ese escuadrón de rebeldes que proclaman la razón, la justicia, la paz, el respeto y la solidaridad. Es inaceptable no defender los derechos de los mas débiles, no amplificar la voz de una conciencia colectiva que reclama decencia, que denuncia el fraude permanente y generalizado de los de turno. Observar sin ser vistos, nos hará sentirnos cómplices. Creo en el poder terapéutico de la música que como entre otros, desde la honestidad, es ilimitado. Mientras la salud me acompañe debo y estaré disponible.
Gracias a la vida.
El mas pequeño de la foto.

jueves, 24 de mayo de 2007

Infancia


María trabajó como asistenta en casa durante muchos años. Declarada falangista, nos enseñó uno a uno a cantar el cara al sol; años mas tarde supimos que con frecuencia llevaba comida a los presos que estaban en las cárceles franquístas de aquella España tórrida. Mi padre por seguir la tradición familiar, nos metió de cabeza a estudiar con los Agustinos que menudas hostias daban, eran como "garduños" que como todo el mundo sabe, son hostias como puños. Eran fieles devotos de aquella premisa britanica que rezaba: la letra con sangre entra y el evangélio de paso. El padre José Luis sin ir mas lejos, tenia verdadera pasión por levantar a los niños en vilo de las patillas mostrando en la acción una dentadura asombrosa. El padre Vidál era terrible y su presencia producia verdadero pánico. Cuando entraba en clase de lengua pertrechado con una larga vara de madera dando golpes a diestro y siniestro, el silencio era sepulcral y si tenias la desgracia de ser el elegido para la ocasión, a no ser que fueras el pitagorin de turno, que también recibía inexplicablemente, te caían golpes, capones y guantazos hasta en el carnét de la o.j.e. y eso que probablemente estaba en casa; el carnét. El padre Regíno era un anciano completamente sordo, era el sopor personalizado y daba clase de religión. Cuando agachaba la cabeza para calzarte un cero, para lo cual empleaba una dosis de tiempo que se hacia eterno, los cuarenta alumnos de media que estábamos en el aula, perfectamente sincronizados aprovechábamos la ocasión, sin haberlo previsto, para empezar a murmurar un ¡¡eeeeehh!! desde una muy baja frecuencia hasta alcanzar un volumen ensordecedor, momento en el que el cura alzaba la vista como poseído y aquella frecuencia se cortaba repentinamente, no encontrando explicación a aquel fenómeno paranormal. En aquella época, proyectaban en el colegio los jueves alguna película y recuerdo haber visto "Quo Vadis" unas cincuenta veces. Para ser sincero hubiera preferido iniciar mis estudios en un Instituto, pero no les guardo rencor, ni a ellos ni mucho menos a mis queridos padres que me dieron todo a cambio de nada; pero la infancia es sagrada y a veces pienso que aquel tiempo que nos tocó vivir me robó parte de ella.

lunes, 21 de mayo de 2007

Cien duritos

A finales de la década de los setenta, cuando apenas algunos teníamos dieciocho años, una generación de jóvenes entregados y aventureros emprendimos desde nuestra incipiente creatividad, la excitante experiencia de adentrarnos en el intrincado universo tímbrico de la música creativa de muy diferentes vertientes y procedencias que por aquel entonces nos llegaba a raudales de la mano de no pocos grupos y maestros de este tan noble arte y oficio. La tarea no era fácil, emular a aquellos deslumbrantes preceptores de la época, guardando las distancias y al mismo tiempo concretar e intentar salvar con creces la entrega. Voluntad y drogas no faltarían, pero lo conseguimos, fuimos unos privilegiados y disfrutamos con creces de aquellos días. Inmediatamente después, una legión de niños violentamente destetados, irrumpió con vehemencia en el panorama contra cultural de la década de los ochenta, inconsistente y sin referentes sólidos, la movida madrileña se desvaneció de forma espontánea por las alcantarillas, a pesar de que fuera un fenómeno sociológicamente sorprendente y que en vano, algunos críticos avezados, por no pecar de modernos, se empeñaran en sostener aquéllo con alabanzas infundadas. De aquellos cafés, sobrevive de forma sorprendente para propios y ajenos algún esperpento de polvera coloreado y dos pero no tres artistas con cierto talento. Los menos afortunados arrastran lamentablemente sus sombras por los bulevares. A día de hoy, pocos o muchos somos los que asistimos atónitos al abordaje, avalado por concursos con jurado casposo y convocatorias con premio, de estilos y formas musicales que carecen de cualquier atisbo de emoción. Se sobre actua de forma irritante, el estribillo facilón en forma de calorreo se hace imprescindible, es sobradamente aceptable cualquier baratija armónica, la dictadura que imponen la industria y ciertos medios es tórrida, y la música en términos comerciales a menudo se rinde en manos desaprensivas. Malos tiempos para la lírica y la empírica. Nos queda la memoria.

domingo, 13 de mayo de 2007

Galicia

Regreso de Galicia, hermosa tierra de leyenda, a este pueblo castellano cejijunto y taurino. Traigo una lechuga, una bolsa de pimientos de Padrón, un manojo de puerros, un repollo y una coliflor exuberante, pero sobre todo, la hospitalidad y el cariño de la familia Constenla. Las campanas de Santiago repicando solemnes, la lluvia fina y constante, una visita al castro de Baroña de la mano de Xoxé Constenla, geógrafo y cantautor comprometido. Cuanta belleza. El Atlántico consiente a los marinos y a los aventureros pero todo lo devora, ruge e impone como ningún océano su autoridad; es azul oscuro, profundo y tremendo. Peregrino de nuestro pequeño mundo, dejo la piedra y la hierba, la fragancia y la nostalgia; el verso. Ainda estamos a tempo. Volveré.

sábado, 5 de mayo de 2007

Incertidumbre

A menudo la conciencia me plantea iniciativas razonables. Algunas cuestionan frontalmente mi capacidad de riesgo. La edad empieza a ser un acicate decisivo. La aventura me seduce y la prudencia a veces no encuentra un argumento para frenar ese espíritu rebelde que todavía conservo, esa militancia que tantas veces me ha dado la espalda. Que vida es esa en la que ya no prende la vocación apasionada frente a la dictadura de lo cotidiano; la moda, los sucedáneos y el que remedio.
Me niego.

lunes, 30 de abril de 2007

Querida Amelia

Querida Amélia:
Cuanto han cambiado las cosas desde aquel febrero maldito en el que te fuiste quien sabe a donde para no volver jamás. El mundo sigue siendo un disparate. Hay muchas guerras. Los mas poderosos son insaciables. La escala de valores tiene los peldaños podridos. El papa de Roma ha decidido cerrar el limbo de los justos, debía ser pequeño y seguro que estaba lleno, ahora los inocentes irán directamente al cielo. Han descubierto por algún lugar del universo un planeta que por lo visto puede que tenga agua, allí parece ser que el año solo dura diez días, ¿ te imaginas ? cada diez días: ¡¡ ande, ande, ande, la marimorena, ande, ande, ande, que la noche es buena !!. Allí las uvas deben ser carísimas. Nuestro planeta esta un poquito mas viejo y nuestro tiempo parece que se ha encogido. Los animales están desconcertados, cada vez tienen menos espacio para seguir sus pautas. No se respeta la naturaleza. Se respira un cierto desencanto y el progreso no es razonable. La democracia avala cualquier despilfarro. Los políticos, esos seres iluminados, hablan y hablan y tienen respuestas y soluciones para todo aquello que prometen y luego no cumplen. La gente sale despavorida los fines de semana buscando esa inocencia perdida y en el trayecto, muchos se dejan la vida en la carretera. Los lunes siguen teniendo lo peor de los domingos por la tarde, ese minúsculo y melancólico otoño. Pero la buena música, mi querida Amélia, sigue dejando ese inconfundible perfume que tiene la esperanza de encontrar algún día y en algún lugar, las respuestas que todavía esconde el silencio en este espacio del tiempo. La paciencia es un ejercicio agotador, pero un poco mas allá de la playa, existe otro mundo posible, quizás ese paraíso.

viernes, 27 de abril de 2007

Punto y aparte


Hay ciudades que esconden tesoros dormidos, la frágil memoria de tiempos pasados, enormes murallas que guardan latidos, de crueles batallas, de amores perdidos. Hay silencios que encubren terribles destinos, la bestia indolente que acecha a los niños, amargo es el llanto que deja ese frío, lamento del pobre humillado y vencido. La sombra del juicio es también alargada, ampara de oficio la fina coartada, al maulas de turno y su plan vitalicio; no temas Mauricio que no pasa nada. Hay pasiones que atienden amor y castigo y cigüeñas que vuelan dejando un suspiro, el aire que un día será suficiente; de mares dormidos traerán los bígaros. Hay palabras que unidas agitan naciones, la patria es pequeña y no tiene balcones, luchar a morir con un par de.....sandalias; apenas me quedan cincuenta y dos letras. La vida se pone de parto otra noche, estrellas fugaces que mueren de celos, deseos que llegan a un punto y aparte.
Los sueños que un día pusimos a trabajar.

lunes, 23 de abril de 2007

Another brick in the blog

Mañana (tomórrow ) a las 9 de la noche, tengo que dar un concierto en una sala llamada Tribueñe, está en la calle Sancho Dávila 33, por Manuel Becerra, aquí en Madrid. El sitio es una especie de pequeño teatro muy bonito, uno de esos lugares que existen en Madrid y que curiosamente no conocía. No es fácil de encontrar aunque pasa un autobús por delante. El caso es que me han invitado a participar en un ciclo de canción de autor cuya principal gracia consiste en tocar desenchufados, porque; y es cierto, la sala tiene una acústica muy buena y se supone que se puede tocar y cantar sin amplificación. I don't know, mañana lo sabré. Para la ocasión y dadas estas supuestas circunstancias, estoy pensando llevarme una de mis mejores guitarras, una "Lauden". Será como siempre un placer contar con vuestra presencia, luego no digáis que no aviso.

sábado, 21 de abril de 2007

Al colegio

El padre florentino tenía una habilidad especial para domesticar palomas y hacer ligeros trucos de magia con los que distraer la atención de los niños. Aquel primer día de colegio permanece imborrable en mi mente, me sentía asustado y la apoteosis llegó cuando apareció en aquel aula de párbulos con olor a serrin, un niño con los pantalones de tirantes bajados, rebozado en su propia caca, llorando desconsoladamente y repitiendo a voz en grito: ¡¡ no tengo papel!!. Por aquel entonces, el invierno tenía personalidad propia y el frío se dejaba sentir aquella madrugada, cuando mi madre generosa y paciente me despertó con ternura diciéndome al oído: ale hijo... al colegio. Emoción y desconsuelo, dificil de olvidar. Después de desayunar un buen tazón de cacao con uno o dos trozos de pan frito, pertrechado con una cartera de puro cuero y vestido para la ocasión con aquellas fabulosas botas gorila con su correspondiente suela de tocino, calcetines grises, pantalón corto de tergál con tirantes, camiseta blanca de felpa, camisa a cuadros de lana, jersey de punto grueso color verde y cuello de pico, la trenca, aquel picante verdugo negro calado en la cabeza hasta el cuello y en los bolsillos un pañuelo casi blanco y una pelota fabulosa de goma verde marca gorila, salí por la puerta con mis hermanos, camino del colegio. Al llegar al portal unos hombres con las caras tiznadas bajo unas extrañas casullas acopladas a la cabeza, se afanaban descargando al fondo de la portería desde un viejo camión aparcado en la calle, espuertas cargadas de carbón. Germán que por aquel entonces era el portero de la casa, daba ordenes con una escoba en la mano mientras barría los trozos desparramados a lo largo del recorrido que separaba la calle del patio lúgubre con olor a zotal donde se suponía que estaba la gran caldera.

martes, 17 de abril de 2007

Noticia Pequeña ( a little notice )

Este jueves 19 de abril, a eso de las 9,30 volveré al ruedo y espero poder ofrecer un bonito concierto en el Búho Real. Estrenaré algunas canciones de mi nuevo disco, Cedaceros 4. Me gusta ese sitio porque las distancias son cortas, el baño esta cerca, la gente esta cerca, se conoce gente interesante, el tamaño del local favorece la intimidad del recital y para un tipo como yo, sin entrar en detalles, oyessss.... resulta terapéutico.

lunes, 16 de abril de 2007

Cascabeles


Supongamos que corría el año 1967. Madrid despertaba lentamente en primavera los domingos. El aire era una fiesta, los pájaros alborozaban la mañana por los tejados cuando por el patio hasta mi cama, afinadas se escuchaban las bocinas de los trenes que partían hacia el sur desde la estación de Atocha. Los rayos de sol traspasando el ventanal del salón definían un haz de polvo en suspensión sobre el eterno sillón de cuero verde. La casa era un suspiro y por la carrera de san Jerónimo desde Neptuno, subían repicando al trote dos hermosos percherones blancos de cascabeles engalanados anunciando rítmica la llegada del carro de la leche. La leche que te han dado. El tiempo justo para vestirme sigiloso mientras todos dormían, bajar la escalera raudo, los escalones de dos en tres para salir al paso desde la esquina con Madrazos y agazapado engancharme en marcha a los ejes del carromato que al trote me llevaba hasta la churrería de la calle León donde me bajaba para comprar las porras y los churros para el desayuno. Poco a poco, domingo tras domingo, fui tomando posiciones. De los ejes pase a sentarme en la plataforma con los bidones, de la plataforma, después de muchos domingos, llegue hasta el trasportín junto al lechero Un domingo aquel hombre despues de no haber mediado nunca palabra alguna me dio la fusta y me dejó guiar el carromato. Aquél fue mi último paseo, nunca mas volví a verle pasar por Cedaceros y hoy es el día en el que en cualquier lugar del mundo donde quiera que me encuentre, al amanecer oigo el repicar de aquellos cascabeles al trote, llamándome a recordar aquellos domingos felices de primavera en los que desayunábamos churros....y porras.

sábado, 14 de abril de 2007

Cedaceros


Corría el año 1965 y yo apenas tenia siete años. Cedaceros era una pequeña calle situada prácticamente en el centro de aquel castizo Madrid de entonces. Recuerdo con vehemencia el aroma de una bombonería llamada Juncal donde mis padres compraban cacao para el desayuno. Dos camiserías para gente elegante, Arce y Burgos y a la sazón el vetusto club de Madrid, daban a la calle un cierto aire londinense. En la esquina con la carrera de San Jerónimo había una pequeña iglesia de frailes jesuitas, cuando doblaba por aquel entonces, moderno y brioso atravesando la via, un aparatoso trolebus lanzando chispas. Al doblar la calle Arlabán, una pequeña tienda de estampas taurinas y mapas medievales regentada por un coloso de capa y sombrero. Un pequeño estanco, porque el fumar era un placer, dividía la calle pegado a una peluquería para caballeros, "di que te lo dejen cortito" donde sonaba eterna y somnífera la sintonía y los consejos de Elena Francis por la radio crujiente del establecimiento. Quizás resuene todavía en las noches de Cedaceros, cuando el silencio se apodera por un instante de esta entrañable calle de mi corazón, el crepitar de aquellas viejas cintas de Tarzan y Kin Kong que un día hicieron las delicias del pequeño abandonado cine Arniches, hoy condenado a la soledad que impone el tiempo.

PERDONA A TU PUEBLO SEÑOR


Quiero pedir perdón. A estas alturas de la vida, me inclino a pensar y a veces así me siento, un hombre irremediablemente analógico. Un digitinútil gilitinútil. Hace unos días, manipulando desesperada y precipitadamente las misteriosas habitaciones de este incipiente blog, me lleve por delante, sin querer, los primeros comentarios que tan cariñosamente había recibido sin duda de todos vosotros, Alejandro, Los Serranos, Paula, Melania, Víctor, Sergio, etc., menudo estreno. Me los cargué; me cargué vuestros comentarios sin querer, barriendo mi casita, tralaralarita. Soy un profano en esto de la navegación. Por eso quería pediros perdón y daros las gracias por vuestra hospitalidad y comprensión. No lo volveré a hacer mas. Besos y abrazos.

jueves, 5 de abril de 2007

SALUDO

Hola a todos, con mucho cariño, incluso amor en algunos casos, abrazos y besos. Lo primero que quiero hacer, es publicar de una vez por todas el que será mi noveno disco. Ahí va la portada. Nueve discos nueve ya a la espalda para un corredor de fondo paciente y firme. Bueno, el disco está casi terminado, es cosa de menos de un mes y la hermosa criatura estará en la calle, espero que no pase frío. A estas alturas de la vida, me siento capaz de hacer cosas inverosímiles. Una vez, no hace mucho tiempo fui capaz de hacer un especiero, ya sabéis, para los pequeños botes de especias como el curry que siempre fue tan hippie, el orégano o el colorante a falta de azafrán para la paella. Aquella que acaso nos comimos, buscando entre miradas perdidas, esa puerta que nos hubiera aproximado a un paraíso breve pero intenso. Me quedó francamente bien el especiero. Quisiera a través de este blog compartir con ustedes, vosotros, a modo de ejercicio, algunas secuencias de mi vida, retazos de una memoria hecha jirones, pensamientos que a uno le asaltan cuando se da el caso: o sea, pienso, luego venga!! Y bueno, tener la oportunidad de conocernos, ahora que a veces me siento más al otro lado del balcón que guarda también amargos recuerdos de una guerra que fuera intensa y cruel y esa memoria empieza a hacerme extraños. Ahora que por fin me doy cuenta, que a los lados, casi siempre caminaron conmigo los amores más leales, que lastima, y yo ingenuo mirando al frente, como un potrillo desbocado. Aquí estoy para compartir con vosotros los días espero hermosos que nos queden por venir. Brindemos pues por la amistad, el amor, la música y esa vaga aproximación al conocimiento que nos deja la observación a través de la palabra.